Una provocación para los sentidos. El paso del tiempo, entre 6 y 12 meses, y las esmeradas atenciones con las que se conserva en nuestros secaderos le dan a este queso un sabor exquisito, con matices únicos, perfectamente reconocibles e inimitables. Su corte de color amarillento más pronunciado hacia la corteza y agujero pequeño e irregular provoca una sensación agradable pero intensa en el tacto de la boca.
Para los amantes del queso con cuerpo y sabor.